Si caminás peligrosamente cerca del cordón, el portero del edificio de tu amiga se da cuenta de que sos una aventurera sin escrúpulos, que todo en la vida te importa un reverendo huevo y que mientras la estés pasando bien y la adrenalina haga su recorrido, el mundo es un lugar feliz. el viento de los autos que te rozan te hace recordar la libertad de una playa desierta, de una montaña escalada con mucho esfuerzo. la línea gris oscura de la vena más gruesa de la calle es una tentación constante, una apuesta a que el chico del bolso no se va a dar vuelta justo cuando vos estés pasando, empujándote a la brea y los baches mientras el tachero de turno se muerde la lengua y tensa los hombros. si caminás en zigzag tuviste una buena noche, o de tanto caminar te salieron callos.
el punto importante se suscita cuando independientemente de cómo caminás y todo lo que de allí se infiere, no sabés a dónde vas. Y en vez de detenerte a preguntar, a pedir algún tipo de ayuda, vos le das para adelante, acumulando millas en algún programa inventado por los mismos genios que le dieron nacimiento a la cafiaspirina y al speed.
Cada paso es la meta, decía Borges.. Camine, señora, camine! decía Lita de Lazzari.
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